La chica sacó el bocadillo de la mochila y cuidadosamente fue quitando el envoltorio que lo protegía, siguiendo un extraño ritual que había ido adquiriendo con la costumbre. Sabía que debía resultar un tanto chocante el conjunto de su vestimenta con aquella vieja mochila verde caza con infantiles dibujos en sus costados. La verdad es que no sabía muy bien por qué había decidido ponerse ropa de fiesta aquella tarde, tal vez para recordarse a si misma que cada vez estaba más cerca de conseguir la libertad. Pero sin duda alguna lo que destacaba en toda ella era su forma de mirar, con curiosidad pero a la vez con un brillo especial, como si fuera consciente de lo que iba a pasar a continuación. Cualquiera que escuchase de sus labios el motivo de su presencia en aquella antigua estación de tren acabaría escandalizado y, sin duda, llamaría al hospital psiquiátrico más cercano para que la internaran toda la vida.
La verdad de su historia era que es una viajante: personas que vagan por los lugares más exóticos y las épocas más remotas, intentando adaptarse como pueden, aunque siempre conservando algo que los perteneciese, para no perder la cordura. El talismán de la chica era aquella vieja mochila que tiempo atrás había llevado en numerosas excursiones, cuando aún era una chica normal que soñaba con ser actriz. Recordaba con tristeza aquellos días pasados, sin saber siquiera cuánto tiempo había pasado desde aquel día maldito en el que decidió preguntar por aquel hombre que aseguraba poder ayudarte a aprovechar mejor tu tiempo. Alejó los malos pensamientos de su mente y se concentró en lo que la rodeaba.
Aquel día se encontraba allí para una tarea sencilla, debía evitar el secuestro de un niño, ya que iniciaría una cadena de sucesos que perjudicarían a más personas de las imaginables. El pequeño se encontraba jugueteando con un pequeño cochecito, mientras su madre desesperada intentaba conseguir un billete hacia su pueblo que saliera aquel mismo día. La chica siguió observando a su alrededor, deseosa de acabar de una vez la tarea y poder volver de una vez a su vida anterior, dando por saldada la deuda que tenía con el Señor del Tiempo.