Creo que ya es hora de que os hable de lo que ocurrió el día que volví a nacer. Pero antes deberé hablaros de las circunstancias que desencadenaron mi muerte en vida y la pérdida absoluta de todos mis sueños:
Fue un 17 de Julio de hace ya diez largos años. Recuerdo el día en el que todo empezó porque era el aniversario de nuestro primer beso. Siempre que he intentado volver a esos instantes que pasé ese día a su lado se me hace difícil acordarme de los detalles importantes, pero en cambio pequeñas cosas como el olor de su pelo, las uñas pintadas de rojo de su pequeña mano mientras se despedía… las recuerdo como si hubieran pasado hace unos segundos y si cierro los ojos consigo ver una vez más su frágil mano agitándose mientras cruzaba la calle alejándose de mí. Fue la última vez que la vi con vida, por ello quizás guardo ese recuerdo enterrado en lo más hondo de mi corazón. Pues como un viejo amigo me dijo una vez: “los recuerdos que no quieres que sean borrados, siempre deberás guardarlos en el corazón, pues la mente es efímera y tarde o temprano acabará perdiéndolos”.
Dos horas después recibí una llamada del hospital, una voz femenina me estuvo hablando durante varios minutos, pero yo sólo acerté a escuchar palabras sueltas, palabras que dolieron tanto que tal vez debido a ello no conseguí escuchar nada más: lo siento mucho… accidente… el conductor iba ebrio…esas palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez, mientras mi mente bloqueada intentaba ordenarlas de la mejor forma posible. Los días siguientes los pasé envuelto en una neblina oscura, ni siquiera recuerdo cuántos días pasaron hasta que conseguí despertar, pero cuando por fin pude abrir los ojos, me puse frente al espejo de nuestro baño y éste me devolvió una imagen caricaturizada de mi mismo: los ojos hundidos y una mirada perdida que me asustó hasta a mi mismo. En ese mismo momento decidí que yo ya había muerto, yo estaba ese día aferrado a su mano cuando el coche la atropelló y mi vida se había ido junto con la suya.
Todo el mundo usa diferentes tácticas para intentar sacar la oscuridad que se acomoda en su interior tras una gran pérdida en su vida: algunos beben, otros se sumergen en la música para crear canciones melancólicas y una pequeña minoría, en la cual debería incluirme, juegan. Por aquel entonces necesitaba gastar todos nuestros ahorros, los que habíamos estado guardando para nuestra vida juntos. Tenía que deshacerme de ellos de una forma u otra, porque me recordaban continuamente lo que había perdido aquel 17 de Julio, las cosas de las que ya nunca podríamos disfrutar. Pero lo que empezó como un método para intentar expulsar la oscuridad de mi interior, acabó por destruirme completamente. Cuando me gasté todo lo que habíamos conseguido ahorrar los años que estuvimos juntos fue demasiado tarde, me di cuenta de que no pude parar y ello me llevó a la situación que desencadenó mi liberación y posterior renacimiento.
Las deudas que tenía en la casa de juego ya ascendían a cantidades inimaginables, pero aun así decidí volver a jugar una última vez. Tras unas cuantas manos, conseguí recuperar algo de dinero, por fin había conseguido tener una buena racha. Hasta que llegó una mano en la que si quería ir debía hacer un: “all-in”. Decidí arriesgarme, pues tenía pareja de ases y un proyecto de escalera de color en el Flop. Mi corazón se detuvo cuando la otra persona enseñó su trio de Jotas. En el Turn se doblaron los dieces, por lo que mi última oportunidad se vio reducida a que la última carta que quedara por salir fuese un Rey de Picas y me diera la escalera de color para poder ganar. Como era de esperar, no lo fue. Ni siquiera logro recordar cuál fue aquella quinta y última carta, pues en ese momento lo único que pude ver era cómo el dinero del que ni siquiera disponía era movido a los brazos de aquel hombre tatuado.
Aún no me explico cómo conseguí salir vivo de aquel tugurio, pero al final conseguí convencer al dueño del local de que le conseguiría el dinero si me daba un par de días. Justo lo que necesitaba para poder desaparecer del mapa. Y es que ese día fue cuando por fin me di cuenta de que mi vida aún no se había acabado. Fue el temor a acabar ahogado en la piscina de aquel matón lo que me dio fuerzas para luchar por mi vida. Vendí lo poco que quedaba de valor en la casa y compré un billete hacia el pueblo más recóndito y lejano que pudiera encontrar, llevando conmigo tan sólo una mochila con ropa y una carta de la baraja francesa, un Rey de Picas, para recordarme todo aquello que perdí y todo lo que me queda por encontrar.
Así llegué a instalarme en esta pequeña casa alejado de la civilización, aunque por el camino sin duda han ocurrido hechos que merecen ser contados. Pero de eso ya os hablaré en otro momento, pues debo acabar de preparar la mochila, ya que mañana pienso abandonar este lugar para no volver jamás. Es hora de renacer por segunda vez.
Enfrentar el dolor, aprender de él, darle un sentido y en ese proceso.. encontrar un nuevo significado de la VIDA...
ResponderEliminarEsta historia es ficticia? Me ha conmovido.
ResponderEliminarEs ficticia. Aunque como todo lo que uno escribe, son hechos propios disfrazados, sentimientos ocultos que sólo sabemos expresar mediante la palabra escrita.
Eliminar25... ese es mi numero...
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