viernes, 29 de diciembre de 2017

Mi odio más profundo

Odio que me despierte tu alarma diez minutos antes de levantarnos sólo porque te gusta darte la vuelta para seguir durmiendo. No me gusta que cada día dejes la taza del desayuno en un lugar distinto de la casa y que luego acabe encontrando las cucharillas debajo del sofá. Detesto que no me prestes atención cuando decido leerte uno de mis textos en voz alta, es algo que siempre me costó demasiado hacer. No soporto que me intentes corregir cuando estoy cocinando ni que dejes comida en el plato. Aborrezco que me eches el humo a la cara y que me pongas el pie helado en la espalda cuando estamos en la cama.

Pero, lo que más odio de ti, es que todavía no nos hayamos conocido.

viernes, 12 de febrero de 2016

Aeredium

Apagó el ordenador exhausto, no había caído en la hora que era hasta que había sonado el despertador, sacándole del profundo trance en el que le había sumergido el nuevo juego que había recibido de forma tan misteriosa. Por la noche cuando se conectó le había sorprendido recibir una notificación en su correo, ya que esa dirección no la tenía mucha gente y no esperaba que le llegara nada. Era un e-mail simple, que en un principio había considerado como spam ya que no conocía al remitente. Contenía un corto mensaje sobre un fondo negro que le llamó enormemente la atención: “Juega y tu vida no volverá a ser la misma” y debajo un enlace a la página del videojuego, en la que sólo se veía el nombre: “Aeredium” y las distintas opciones de descarga. Por lo general no habría hecho caso al correo, pues sólo se dejaba guiar por las recomendaciones de las páginas de gaming, pero justo había acabado con un juego que le había llevado bastante tiempo y necesitaba algo nuevo para desconectar. Lo verdaderamente extraño fue que no encontró información acerca del juego en ninguna de sus páginas habituales y, al preguntar a alguno de los chicos con los que solía jugar a otros juegos, todos le dijeron que no tenían ni idea de sobre qué juego estaba hablando. Esto le picó la curiosidad y decidió probarlo. El resultado fue que no había pasado toda la noche en vela, jugando sin cesar en el mundo de Aeredium. Los gráficos no eran gran cosa, pero las oportunidades que ofrecía eran increíbles hasta el punto en el que después de ocho horas de juego, continuaba sin haber avanzado un ápice.

Los pasos nerviosos de su madre en el piso de abajo interrumpieron sus pensamientos, seguramente estaría en la cocina preparando el desayuno. De un momento a otro escucharía el grito que precedería al comienzo de un nuevo y asqueroso día. Previendo el enfado de su progenitora si no bajaba a tiempo de desayunar, comenzó a vestirse y a preparar la mochila con los materiales necesarios para no morir de aburrimiento durante las clases. Recordó que debería haberse dado una ducha, llevaba días sin hacerlo pero, mirando la hora en su despertador de Deadpool, vio que no le daba tiempo y decidió dejarlo para cuando llegara de las clases. Esperó unos minutos vestido y con la mochila puesta a que su madre le llamara por tercera vez y bajó las escaleras rápidamente, pasando como un rayo por la cocina escudándose en que no podía  desayunar con ella porque iba a llegar tarde otra vez al autobús. De este modo evitaría de nuevo las preguntas inquisitorias de su progenitora acerca de lo que había estado haciendo por la noche y si había dormido algo esta vez. Desapareció de su vista tras el quicio de la puerta y ella se quedó hablando sola, hasta que poco a poco sus palabras se fueron ahogando con lágrimas.

Salió al exterior con los auriculares en la mano, preparado para aislarse del mundo un día más. Se los colocó en los oídos, encendió el reproductor y buscó la canción más ruidosa de toda su lista de música. Avanzó así, haciéndose daño en los oídos, los escasos cien metros que separaban su casa de la parada de autobús. Llegó con diez minutos de antelación y se sorprendió al comprobar que había alguien ocupando su sitio de siempre, enrabietado buscó algún lugar donde poder sentarse alejado del resto de chicos ruidosos que rondaban por la parada y se dedicó a mirar, entre confundido y enfadado, a la chica vestida de negro que estaba sentada bajo su árbol hasta que ésta le miró sonriente, a sabiendas que él la llevaba observando desde hacía un tiempo. Bajó la cabeza avergonzado y sacó su consola portátil, dispuesto a sumergirse de nuevo en el reino de Hyrule. El autobús se retrasaba y él no dejaba de pensar en el misterioso juego y en la chica, demasiadas novedades para lo común que había sido su vida los últimos dos años.

martes, 24 de noviembre de 2015

Gracias

Hacía mucho que no te dedicaba unas palabras y es algo que debería hacer más a menudo. Porque tú me enseñaste el placer por ellas, por zambullirme en páginas escritas y más tarde descubriendo lo que se sentía al ser el creador de algunas de ellas. He sacado muchas cosas de ti, pero sin duda el amor por las palabras es algo que siempre nos unirá y que me alegro que compartamos.

Te escribo estas palabras para pedirte perdón por todo aquello que he podido hacer mal en estos últimos años, que sé que es mucho. No puedo cambiar lo que hice, pero sí puedo intentar no repetirlo en un futuro. Ahora lo veo todo desde otra perspectiva y sé que siempre me apoyaste aunque mi egoísmo no me dejara ver más allá de mí mismo. Pero siempre estuviste ahí, sobre todo cuando menos lo merecía y no importa las veces que te decepcionara que siempre volvías a confiar en mí, aún cuando ni yo mismo soy capaz de hacerlo.

Y es que nunca te rindes y eso es una gran lección que he aprendido de ti. Me has enseñado muchas cosas, pero de esto te estaré eternamente agradecido: ahora sé que soy capaz de todo, que simplemente tengo que creer que puedo hacerlo y que no pasará nada ya que los momentos más duros se harán llevaderos porque podré vivirlos a tu lado.

Gracias por darme la vida y hacerme como soy.

domingo, 23 de agosto de 2015

Renacer

Hacía mucho que mis dedos no aferraban un bolígrafo con la suficiente fuerza como para deslizarlo con firmeza por las hojas de un cuaderno y acabar constituyendo una historia. Es una sensación extraña volver a sentir la tinta creando palabras y escuchar el rasgueo de la punta del bolígrafo sobre la superficie del papel.

Ha sido gracias a ella, me ha devuelto tantas cosas a mi vida que no habría tinta en el mundo para agradecérselo. Ella, tan complicada en su sencillez, a la que un día creí haber amado, para después darme cuenta de que no era más amor que el que siento hacia cualquier otra demostración de arte. Que su sonrisa no provocaba atracción física en mí sino felicidad plena, ese tipo de felicidad que sólo se puede obtener de los pequeños placeres de la vida.

Me recordó a ti. Tú que eras otra de esas obras de arte en vida que nos deleitan con sus paseos sobre la tierra. Tú que también me hiciste creer que era amor lo que sentía por ti cuando simplemente disfrutaba con tu presencia. Pero desapareciste de mi vida y yo casi había conseguido olvidarte hasta que ella ha conseguido que vuelvas a mi memoria. Ahora lo veo todo desde otro punto de vista, los años han conseguido borrar la parte humana, emocional, de mi mente y puedo distinguir entre el amor y las musas.

Por eso he decidido volver a escribir, porque necesito volver a sentir todo aquello que sentía cuando escribía para ti. Pero ahora no serás tú la destinataria de mis historias, ya no. A partir de este momento todo aquello que escriba será para mí, para quien empezó a ser todo desde un principio. Porque dejé de disfrutar de lo que escribía y olvidé la verdadera esencia de por qué lo hacía.


Pero también será para ti, querido/a lector/a, porque tengo que estar agradecido de que hayas permanecido ahí tanto tiempo sin noticias mías. Siento haberte hecho esperar, pero he vuelto… y con ganas de provocar en ti emociones que difícilmente serás capaz de explicar con palabras. 

jueves, 2 de mayo de 2013

Cuentos para niños I


Hace mucho tiempo, cuando dos soles lucían en el firmamento, los bosques y selvas lo envolvían todo con sus verdes mantos y la magia impregnaba cada recodo de la Tierra, gobernaban sobre todos los seres vivientes un mago y una bruja que impartían plena justicia y a los cuales todo el mundo adoraba... ¿todo el mundo? No, claro que no. Había un pequeño ser, el protagonista de nuestra historia, que odiaba con profundo rencor a los reyes y a todas las demás criaturas.

Este ser, de naturaleza perversa, desde que tuvo uso de razón planeó por todos los medios deshacer esta armonía y alegría que reinaba en todo el planeta y, para ello, se entrenó durante largos años en las artes oscuras de la magia, consiguiendo encontrar el modo de arrebatar la felicidad a todos: haría desaparecer los soles. Para ello sólo tendría que esperar el día del año en el que los dos astros coincidían en el firmamento y crear un portal hacia otra dimensión que los absorbiese por completo. 

Por fin llegó el día en el que los dos soles se cruzarían y le permitirían llevar a cabo su maléfico plan. Llegado el momento, se situó en la más alta montaña de la región y conjuró el portal que absorbería a los dos soles, sumergiendo el reino en la más absoluta oscuridad. Así fue, ambos astros desaparecieron del cielo, pero sin embargo algo salió mal: calculó erróneamente la distancia y él también se vio arrastrado hacia el portal que había creado, teletransportándose a una dimensión vacía y condenándose a sí mismo a vagar por ella hasta el fin de los tiempos en la más completa soledad.

Mientras tanto en la Tierra cundió el pánico y todos los habitantes lloraron por la pérdida de luz y calor. ¿Cómo iban ahora a crecer los cultivos? ¿Podrían acaso sobrevivir ante el frío que se avecinaba? Lunae, que así se llamaba la bruja, comenzó a buscar en su libro de hechicería algún remedio que pudiera poner fin al terrible problema, pero sin obtener resultados satisfactorios. De repente Solaris, el mago, recordó un hechizo antiguo, tan antiguo que ni siquiera Lunae tenía constancia de él, que podría restaurar el orden en la bóveda celeste pero a un gran coste: su propia vida y todo su poder mágico.Sabían que sería el fin de la magia en la Tierra, puesto que debían usar todos los recursos disponibles si querían conseguir su objetivo. Se despidieron amargamente, puesto que a partir de aquel entonces estarían obligados a evitarse el uno al otro para siempre y comenzaron el conjuro que les permitiría restablecer los astros en el firmamento. En el último momento, Lunae, decidió no usar todo su poder mágico en el conjuro para, de esta forma, conservar una pequeña parte de magia en el mundo. 

Es por esto por lo que el sol ilumina con mayor fuerza y el por qué de que las horas nocturnas siempre estén impregnadas de magia y misterio.

lunes, 22 de abril de 2013

La solución.


Una noche, en un extremo alarde de talento y presteza, Odio consiguió capturar y encerrar el nombre de todas las cosas. Nadie pareció darse cuenta al despertarse, hasta que los hombres de negocios, angustiados, no pudieron pedir el desayuno en las cafeterías, las madres no pudieron llamar a voces a sus pequeños para que acudieran a las clases matutinas... la ciudad se paralizó por completo.

A mediodía, en la alcaldía se recibió un mensaje de Odio, en el cual exigía el control de la ciudad. El alcalde, después de estudiar el mensaje de Odio con gran detenimiento, decidió pedir ayuda a Amor, puesto que sabía que siempre estaba dispuesta a realizar todo aquello que supusiera bien a los demás.

Por supuesto, se ofreció encantada y se dirigió a la casa de Odio, donde, con amables palabras, intentó convencerlo de que liberase a los nombres. Odio, impasible ante las lágrimas y buena intención de Amor, se rió frente a su némesis y cerró la puerta con brusquedad. Ante el fracaso de Amor, el alcalde llamó a Ingenio. Él haría entrar en razón al ladrón, no podía fallar. Se plantó frente a su puerta y durante horas expuso a Odio razones con sólidos cimientos, verdades incuestionables a las que Odio, no sabiendo qué responder, decidió contestar soltando a sus perros, haciendo huir a Ingenio.

Entonces, Amor e Ingenio decidieron llamar a sus compañeros y formaron una cúpula de emergencia donde discutieron hasta el anochecer la posible solución al problema con el que se encontraban. Estaban todos: la pequeña Bondad con su vestido azul, la melancólica Tristeza, que caminaba cabizbaja por la sala e incluso la altanera Felicidad, siempre creyéndose superior a los demás. Todos estaban de acuerdo en que debían hacer algo, así que, de forma desesperada, decidieron recurrir a la única que podría solucionarlo.

A la mañana siguiente, todo volvió a la normalidad: los hombres de negocios pudieron volver a pedir su café con tostadas, los padres pudieron instar a sus hijos a que se dieran prisa por acudir al colegio y nadie se preguntó qué había ocurrido ni quién era el responsable de que sus vidas volvieran a ser tan felices como antes.

Cuando Odio despertó, encontró que las celdas donde había mantenido a los nombres estaban abiertas y que una breve nota colgaba del lugar donde había estado el cerrojo, ahora partido por la mitad: 

"He devuelto lo que había sido robado, nadie debería tener tanto poder en sus manos. Fdo: Violencia."

Tal vez no sea una buena historia o tenga una bonita moraleja, pero quizás sirva para ilustrarnos que donde no funcionen las hermosas palabras o los argumentos sólidos, podría resultar que si lo hiciera la acción, la violencia.


"Nos llamaron perroflautas, porque sólo teníamos bonitas palabras. Les dimos las razones y nos echaron a golpes."

sábado, 6 de abril de 2013

No hagas nada


No pienses, no discutas, no levantes la cabeza, no hagas nada. Enciende la tele y piérdete en una maraña de noticias ajenas totalmente a ti y tu entorno. Observa cómo un desconocido gana un concurso, eso te producirá bienestar. Enfádate con discusiones absurdas televisadas sobre amores e infidelidades o, mejor aún, escucha acerca de la vida privada de personas célebres, no vaya a ser que se te ocurra cómo mejorar tu propio estado. Disfruta de una pizza mientras tu equipo marca un gol, seguro que eso acabará con tus problemas en el trabajo. Consume los productos anunciados, siempre son mejores que aquellos que no disponen de fondos para financiarse veinte segundos en antena. Saborea cada momento de unas vidas que jamás serán como la tuya porque tienes miedo de hacer las cosas.

Permanece sentado frente a tu televisor, eso es lo que ellos quieren.