martes, 8 de noviembre de 2011

Razón: Blanco

¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que sabéis perfectamente la respuesta a una pregunta pero vuestra mente es incapaz de ordenar las palabras para demostrarlo? Esa sensación de frustración total la llevo sintiendo en mi día a día con mayor frecuencia de la deseable por cualquiera. La gente suele decir que es normal, que a ellos también los pasa: olvidan algunas palabras en los momentos más inoportunos. Pero no es simplemente eso, no es que olvide palabras, si no que mi cerebro se apaga y no consigo decir nada. Es algo que tienes que sentir para saber lo que es, la sensación de absoluta blancura mental, como si no existiera nada ni dentro, ni fuera de mí. El absoluto y total Blanco, como en aquel libro.
Hoy ha sido completamente distinto: hasta ahora me había pasado al pasar mis pensamientos al aire, pero nunca al papel, siempre tenía el recurso de mis escritos, de que fluyeran mis ideas a través de mis dedos sobre el teclado o con un boli Bic entre ellos. Es frustrante que me haya ocurrido en el examen que mejor hubiese hecho si no fuera por ello. Desde antes de entrar sabía que algo iba a ir mal, que no iba a ser mi día, pero no me esperaba nada ni remotamente como esto. He intentado ordenar vagamente algunas palabras, pero no era capaz de enlazarlas correctamente e incluso la dislexia ha llegado a mí, impidiéndome ordenar las propias letras dentro de las palabras, por lo que mis respuestas eran caóticas y vacías de sentido. Ha llegado un punto el que algo ha hecho “clack” en el interior de mi cabeza y no he podido seguir escribiendo, el bolígrafo se negaba a responder en mis manos y no me ha quedado otra opción que, resignado, entregar el examen pidiendo perdón con la mirada.
Yo lo achacaba a mi progresiva pérdida de hábito por la lectura, pero después de que en verano haya hecho las paces con los libros, me sigue ocurriendo demasiado a menudo. Tampoco esta vez es de haber descansado deficientemente, pues he dormido más de lo tengo por normalidad. Es algo totalmente diferente: quizás ha llegado el punto en el que simplemente no puedo más, quizás haya descubierto mi límite, pero, ¿sabéis qué? Pienso superar ese límite, cueste lo que cueste y aunque tenga que dejar muchas cosas atrás.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Corazón: La casa en el bosque.

Miró impaciente el reloj, temiendo lo peor: que se había echado atrás, que no había podido soportar la presión y había decidido volver con su marido, por miedo a las consecuencias, a poder perderlo todo. Recordó lo que les había llevado a esta situación: las miradas cómplices en la oficina, las notas escondidas y los besos fugaces robados cuando nadie podía verlos. Volvió los ojos hacia las pequeñas agujas y se dijo a si mismo que cinco minutos no eran nada, tal vez tenía problemas para encontrar aquel lugar perdido en la montaña, aunque creía haberle dado las indicaciones correctas.
De repente escuchó un coche sobre la gravilla y consiguió reconocer el motor de su viejo Ford. En su mente se fueron apareciendo todos y cada uno de los movimientos que hacía hasta llegar a la casa: la puerta del coche al cerrarse, las piedras crujiendo bajo sus pies y por último sus pasos por el suelo de madera de la entrada, deteniéndose frente a la puerta que permanecía entornada. Lentamente los goznes giraron y su figura apareció recortada por la luz exterior. Llevaba puesto el vestido azul ceñido a la cintura con el que tiempo atrás le había conquistado en la primera reunión de trabajo.
Decidida y con un brillo especial en la mirada entró y cerró la puerta tras de sí, dejando todos los temores al otro lado del arco de entrada. Se dirigió hacia él, lentamente acercó sus labios a los suyos y los rozó ligeramente. Su lengua juguetona comenzó a recorrer entonces la comisura de los labios, hasta que él consiguió reaccionar y le devolvió el beso, descubriendo por fin los rincones ocultos de aquella boca que tanto tiempo llevaba deseando. Las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro, anhelantes de sentir el tacto de la piel contra la yema de los dedos. Con ansia de descubrir lo que tanto tiempo había estado deseando, empezó a subirle la camiseta. Ella levantó los brazos para facilitarle el trabajo y cuando por fin la camiseta salió de su cuerpo para perderse en un rincón de la pequeña habitación, su largo pelo ondulado cayó sobre sus pechos, provocandole un pequeño estremecimiento de placer. Se miraron, intercambiando millones de palabras de deseo en un segundo mientras sus ojos se mantenían unidos por aquel extraño puente, y siguieron quitándose la ropa.
Desnudos bajo la tenue luz de una vela que alumbraba la estancia, con sus cuerpos entrelazados, disfrutaban de cada caricia, cada roce con el que el otro le obsequiaba. Él comenzó a besarle lentamente el cuello, jugueteando a la vez con su lengua por detrás de la oreja, mordiendo pícaramente el lóbulo. Comenzó a bajar por su cuerpo, rozando cada parte de su ser, explorando cada recóndito lugar perdido entre sus curvas. Se detuvo en los pezones, pequeños y rosados, y con sólo su respiración sobre ellos hizo que se endurecieran rápidamente. Siguió hacia abajo, deteniéndose en cada punto que la hiciera estremecerse, hasta llegar a sus caderas. Le abrió ligeramente los muslos y comenzó a juguetear con su clítoris mordisqueándolo ligeramente. Las manos de ella se entrelazaron con su pelo, convidándolo a que siguiera. De pronto, llevó sus pies hasta su miembro y lo masajeó ágilmente, provocándole un placer impensable. Era la primera vez que alguien le hacía algo así, pero era mil veces mejor que nada que hubiera probado: sus pies se movían con una velocidad pasmosa y temió que pudiera terminar antes de empezar siquiera.
Ardiendo de deseo volvió a su boca, deseante de seguir probando el dulce sabor de sus labios. Se colocó completamente encima de ella y, tras ver su mirada, pidiéndole a gritos que lo hiciera, la penetró, consiguiendo que su vello se erizara por el contacto. Ella le dio la vuelta salvajemente y se sentó sobre sus caderas. Moviéndose rítmicamente hacia delante y hacia atrás mientras le miraba fijamente a los ojos con la mirada plagada de deseo y lujuria. Los movimientos se hicieron cada vez más rápidos, ya no podía reprimir más los gemidos de placer y comprobó que eso le excitaba sobremanera. Decidió cambiar de táctica y sus caderas empezaron a describir pequeños círculos a la vez que subían y bajaban con un ritmo cada vez más frenético. Sintió que él estaba a punto de llegar al orgasmo y sonrió al pensar que esta vez no debería fingirlo como hacía con su marido. Sus gritos de placer se acompasaron y casi al mismo tiempo soltaron el último gemido, el de dos personas que llevaban esperando para encontrarse durante demasiado tiempo.
Mientras bajaba y se colocaba acurrucada a su lado pensó que debería plantearse muchas cosas a partir de este día, porque por fin había encontrado a aquella persona que la completaba perfectamente. No sería fácil, pero cuando dos almas quieren estar juntas, nada puede impedir que se unan.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Corazón: Viajantes (primera parte)

La chica sacó el bocadillo de la mochila y cuidadosamente fue quitando el envoltorio que lo protegía, siguiendo un extraño ritual que había ido adquiriendo con la costumbre. Sabía que debía resultar un tanto chocante el conjunto de su vestimenta con aquella vieja mochila verde caza con infantiles dibujos en sus costados. La verdad es que no sabía muy bien por qué había decidido ponerse ropa de fiesta aquella tarde, tal vez para recordarse a si misma que cada vez estaba más cerca de conseguir la libertad. Pero sin duda alguna lo que destacaba en toda ella era su forma de mirar, con curiosidad pero a la vez con un brillo especial, como si fuera consciente de lo que iba a pasar a continuación. Cualquiera que escuchase de sus labios el motivo de su presencia en aquella antigua estación de tren acabaría escandalizado y, sin duda, llamaría al hospital psiquiátrico más cercano para que la internaran toda la vida.

La verdad de su historia era que es una viajante: personas que vagan por los lugares más exóticos y las épocas más remotas, intentando adaptarse como pueden, aunque siempre conservando algo que los perteneciese, para no perder la cordura. El talismán de la chica era aquella vieja mochila que tiempo atrás había llevado en numerosas excursiones, cuando aún era una chica normal que soñaba con ser actriz. Recordaba con tristeza aquellos días pasados, sin saber siquiera cuánto tiempo había pasado desde aquel día maldito en el que decidió preguntar por aquel hombre que aseguraba poder ayudarte a aprovechar mejor tu tiempo. Alejó los malos pensamientos de su mente y se concentró en lo que la rodeaba.

Aquel día se encontraba allí para una tarea sencilla, debía evitar el secuestro de un niño, ya que iniciaría una cadena de sucesos que perjudicarían a más personas de las imaginables. El pequeño se encontraba jugueteando con un pequeño cochecito, mientras su madre desesperada intentaba conseguir un billete hacia su pueblo que saliera aquel mismo día. La chica siguió observando a su alrededor, deseosa de acabar de una vez la tarea y poder volver de una vez a su vida anterior, dando por saldada la deuda que tenía con el Señor del Tiempo.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Corazón: Lunnaris

En el silencio del oscuro bosque se escuchó el ligero chasquido de una rama al partirse bajo los ligeros cascos del animal. La luz de la luna llena se reflejaba en la blancura de su pelaje y la cola y las crines caían en una cascada de luces plateadas. Se movía con gracilidad entre los obstáculos que se encontraban por el suelo, sus ojos, de un gris imposible, buscaban infatigables en la oscuridad de la noche. En la tez del animal se podía vislumbrar sin duda el detalle más asombroso, un largo cuerno en espiral que asomaba entre los restos de crin que le caían sobre los ojos.
Lunnaris siguió avanzando lentamente entre los árboles, con el sigilo propio de su especie y anhelante de encontrar aquel objeto que tanto tiempo había estado buscando. Había iniciado su investigación dos semanas atrás cuando, en su forma humana, escuchó en un pueblo a unos viejos leñadores hablar de un lugar en el que los árboles crecían sin cesar y en el que la hierba permanecía espesa y de un verde brillante incluso en los meses más duros del verano. Después de averiguar el bosque del que hablaban los leñadores, decidió seguir la pista y llevaba desde entonces dando vueltas por aquel remoto paraje intentando encontrar aquel lugar maravilloso.
De pronto llegó a un claro en el que la luz de la luna se reflejaba en cada brizna de hierba y cada piedra del suelo, otorgando a todo el claro una luz sobrenatural. Una ola de felicidad sobrevino al unicornio, por fin había conseguido lo que tanto tiempo llevaba buscando. Se acercó lentamente a un grupo de piedras que se encontraban en medio del claro lentamente, disfrutando del mágico ambiente. Buscó entre ellas la más redonda y lisa y bajó el morro hasta rozar suavemente la fría superficie del mineral. Una intensa luz azulada comenzó a brotar de la piedra iluminando todos los árboles de alrededor y poco a poco fue cambiando de apariencia hasta adoptar el aspecto de un pequeño anillo en forma de hoja de vid. Lunnaris entonces decidió volver a su forma humana y se puso el anillo, notando cómo la magia fluía a través de ella, siendo capaz de sentir lo que sentían todos los seres vivos que se encontraban a su alrededor. Sin duda, había encontrado el anillo de la naturaleza, que sumado al de la vida en forma de cruz ansada hacían dos de los cinco anillos de la magia. Ahora sólo le faltaban el del olvido, el infinito y el firmamento. Lentamente, volviendo a su forma de unicornio, Lunnaris salió de aquel claro misterioso, dispuesta a encontrar el resto de los anillos por el bien del mundo en el que vivía.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Razón: ¿Todo lo que sabemos es correcto?

Nos basamos continuamente, para resolver todos los problemas que nos afectan, en unas bases que nos han implantado desde jóvenes y que tal vez no sean del todo correctas. Pero, ¿qué pasaría si además de los pequeños errores que se van descubriendo y que se adaptan a los cánones actuales, existieran otros mucho mayores, tanto que hicieran tambalear toda la estructura del conocimiento moderno?
Históricamente en el mundo de la biología y la astronomía han sucedido constantemente descubrimientos que hicieron que las bases cambiaran drásticamente. Aun así, la mayoría de la población piensa que lo que sabemos hoy en día es completamente correcto, no creen que dentro de unos pocos años pueda llegar a haber un nuevo hallazgo que demuestre que estamos equivocados. Lo peor es que este estado de soberbia y altivez, el cual nos hace creemos siempre superiores a nuestros antecesores e incluso a nuestros sucesores no sólo perdura en la gente de a pie, cuyo conocimiento científico tal vez les permite juzgar qué es correcto o erróneo de los postulados de la ciencia, sino que la tozudez también se ve muy a menudo en personas muy estrechamente relacionadas con el mundo de la ciencia. Algunos, incluso llegan a negar evidencias y tienden a dejar en ridículo a las personas que las proponen, por el sólo hecho de que no concuerdan con alguna de las leyes físicas o biológicas que les han metido en la cabeza desde pequeños.
Por lo tanto la sociedad está condenada a vivir en un continuo estado de leves modificaciones que se van inculcando poco a poco en cada generación, por lo que el avance científico se ve retrasado enormemente. Lo peor de todo esto es que no sólo es en el ámbito científico en el que la propia sociedad ralentiza los avances, sino que en lo social a menudo las personas no consiguen aceptar del todo tendencias sexuales, pensamientos políticos o ideologías y por ello la sociedad no es capaz de enriquecerse y continuar avanzando. El resto de los mortales, mientras tanto, sólo podemos esperar que la sociedad vaya avanzando lentamente, preguntándonos si algún día podremos ver un cambio real aceptado por todo el mundo.

viernes, 29 de julio de 2011

Corazón: Estrellas

-¿Alguna vez has jugado a inventar constelaciones?
-No, pero me encantaría probar, ¿cómo podemos hacerlo?
-Es sencillo: túmbate a mi lado y miremos al cielo, hoy está despejado. Simplemente se trata de adivinar las formas de las estrellas, están ahí, solo tenemos que descubrirlas usando nuestra imaginación. ¿Ves esas de allí? Yo las llamo la constelación del cangrejo. Y las que están justo al lado yo las llamo la constelación de…
-…¡del dinosaurio! Mira, esas tres estrellas son la cabeza y luego las de alrededor forman el cuerpo.
Ella giró la cabeza lentamente y esbozó una sonrisa en su rostro ante su propuesta, había entendido el juego a la perfección. Volvió a fijar su vista en el cielo, en lo más profundo del espacio y se concentró en las estrellas, ansiosa por ser la siguiente que descubriera una nueva forma en el firmamento. Cada estrella nos cuenta una historia, sólo tenemos que mirar fijamente y esperar que nos la cuente con sus leves destellos.
Siguieron así durante largas horas: jugando, riendo, pero sobretodo hablando sobre cómo habían ido sus vidas en el último año que habían estado separados. Sin duda fue una de las mejores noches de su vida. Sin embargo, a medida que se iba haciendo de día, ambos sabían que estaban llegando al final, que no podían alargar aquella fantasía más allá del amanecer. Él la miró dulcemente y acercó lentamente hacia su rostro, cada vez la tenía más cerca, casi podía notar el roce de sus labios… pero cuando llegó no sintió nada, sus labios besaron el vacío otro año más. Se alejó frustrado y contempló como conforme la luz del sol iba saliendo por el horizonte ella se volvía más translúcida hasta tener la apariencia de un espectro. Recordó que ella no iba a volver a estar a su lado y se sentó, esperando que acabara de desaparecer por completo, disfrutando de su presencia hasta el último momento.
Cuando todo acabó se levantó, lentamente recogió sus cosas y sin volver la vista atrás se fue de aquel lugar que tantos recuerdos le traía y al que volvería todos los años para seguir jugando a ese infinito juego que tiempo atrás inventaron.

viernes, 15 de julio de 2011

Corazón: La decisión

La chica ocultaba sus ojos tras unas opacas gafas de sol. No quería que nadie de los que se encontraban allí pudiera ver el estado en el que se encontraba después de haberse pasado la noche en vela, dudando del paso que daría a continuación. Al final había conseguido decidirse: iba a aislarse de todo una temporada tal y como lo hizo el protagonista de aquella gran película, pero no de forma tan drástica y fulminante: ella intentaría conservar siempre la posibilidad de poder volver a la sociedad si las cosas le iban demasiado mal.

No había planificado nada, simplemente cogió una pequeña mochila en la que consiguió meter todo lo imprescindible para poder sobrevivir y compró el billete que la llevara lo más lejos posible de aquel lugar que la traía tan malos recuerdos. Sin saber siquiera cuál iba a ser su destino final, fue a comprar algo de comer a una tienda cercana y se sentó a esperar pacientemente a que su autobús llegara a la estación.

Escuchó anunciar su salida por megafonía, descifrando los sonidos guturales que emitía el pequeño altavoz y se dispuso a marcharse de aquella sala tan extraña. Cuando salió, observó detenidamente al chico que se encontraba al lado de la puerta, que no paraba de escribir en un pequeño cuaderno azul y que la había estado mirando con curiosidad durante el tiempo que habían estado juntos en la sala de espera. Por un momento pensó que quizás el chico estuviera escribiendo sobre ella y sobre la aventura que estaba a punto de comenzar.

domingo, 10 de julio de 2011

Razón: El fútbol es el opio del pueblo

En este día tan señalado en el que dicen que hace un año España ganó nosequé copa importante para todos los españoles (¿Todos? ¡ey, parad un segundo! No me metáis a mí en el saco) me apetecía dedicarle unas líneas a este ¡oh gran deporte!
Un día como hoy, hace un año, estaba yo estudiando para los dos últimos exámenes que me quedaban (querida Bolonia, muérete) cuando de pronto empecé a escuchar gritos, petardos y cláxones en la calle y cuál fue mi sorpresa cuando al asomarme al balcón encontré numerosas banderas de España…espera, ¿banderas de España en Lleida? Si, por supuesto, incluso cuando algunos de ellos habían portado la estelada anudada al cuello la semana anterior en una manifestación para la independencia y ahora los veías pintados de rojo para la ocasión, agitando una bandera española por la ventanilla del coche y gritando, como si con ellos fuera la cosa. El jolgorio popular duró hasta bien entrada la madrugada, mientras que a mí, dando vueltas en la cama intentando descansar para el examen que tenía el día siguiente, sólo me entraban ganas de empezar a tirar huevos desde mi balcón, con la esperanza de que alguno que otro decidiera que ya eran horas de ir a casa, que podía ser que estuvieran molestando a alguien.
Pero, ¿realmente qué fue lo que ganamos el día del mundial? ¿Reconocimiento? No me hagáis reír, los europeos siguen pensando que somos unos vagos y que sólo hacemos que echarnos la siesta, ir a los toros y bailar sevillanas mientras bebemos como cosacos y en cuanto a los americanos…bueno, dudo que la mitad de los americanos sepan siquiera situar dónde está España en un mapa y el resto nos siguen confundiendo con los italianos. Algunos se excusan diciendo que fue algo que unió a todo el país y sí, eso sería algo bueno, siempre y cuando se hubiera sacado algo de provecho, pero tanto a nivel individual como conjunto, no creo que nadie cambiara realmente como persona tras esa noche de lujuria y desenfreno, alguna resaca que otra, pero nada más. En cuanto a los que argumentan que fue bueno que unos españoles ganaran algo así, que nos beneficia a todos…pero ¿en qué nos beneficia? Yo sigo teniendo los mismos problemas que hace un año e incluso van en aumento, no se vosotros pero a mí que 22 tipos corran detrás de un esférico como que no me afecta para nada. Y otra cosa para los que dicen ese día ganamos la copa del mundo: perdona, tu no ganaste nada, bien está que pagaste sus sueldos, que todos sabemos dónde van a parar luego, pero los únicos que jugaron ese día fueron ellos y que tú estuvieras en tu casa comiendo palomitas y mirando la caja tonta no te da derecho a decir que ganaras nada esa noche.
Pero no voy a ser tan escéptico y voy a admitir que sí que ganamos algo durante ese día: borreguismo, de ese que tanto triunfa tanto en el mundo y en particular en nuestro país, el mismo borreguismo que hace que una y otra vez salgan PPSOE como gobernantes del país. Porque la incultura está a la orden del día y ellos no hacen más que promocionarla, porque tienen miedo de que despertemos y nos demos cuenta de que se están riendo de nosotros en la cara, por eso utilizan el fútbol para drogarnos y así ocultar todas las barbaridades que se llevan a cabo en sus despachos. Después del 15M me había hecho ilusiones, creía que la gente habría cambiado, que ya no se dejaría nublar la mente con este tipo de cosas, pero después de lo que ha pasado esta tarde en Twitter, me he dado cuenta de que queda mucho camino aún por recorrer.
Y me gustaría acabar con una frase que resume todo lo que pienso acerca de esto: “El deporte no se mira, se practica”.

jueves, 16 de junio de 2011

Razón: 15J Día de la manipulación mediática

Violentos, antisistema, incoherentes… hemos sido calificados con numerosas denominaciones negativas a raíz de lo ocurrido en Barcelona durante la mañana del miércoles 15 de Junio, pero ¿es verdad todo lo que se escucha o ve por los medios de comunicación? Bien es cierto que en algunas ocasiones se debería haber actuado de diferente forma y que es cuestionable si el hecho de cerrar la entrada al parlamento es o no antidemocrático (antidemocracia corrupta que es lo que tenemos hoy en día, en todo caso) pero la masa en conjunto era pacífica, protestando por unos recortes que se alejan de ser representativos de lo que desea el pueblo. Parece ser que en ciertos medios de comunicación solamente se dedican a informar de los errores que se cometen, cuando ha habido decenas de buenas acciones que han caído en el olvido y estos cuatro hechos aislados han salido repetidos una y otra vez magnificándolos e incluso transformándolos para que parezcan peores de lo que realmente fueron. Cabe destacar que los principales responsables de los actos radicales ya han sido identificados como miembros de grupos extremistas cuyos ideales no tienen nada que ver con los del movimiento 15m y que, posiblemente, fueron instigados por los propios policías infiltrados entre los manifestantes. Tanto los ideales como las razones de los indignados siguen siendo los mismos, por lo que no hay que perder la fe en el movimiento en sí mismo, aunque sea ensuciado por diferentes grupos e instituciones que lo único que quieren es echarlo abajo.
A los acampados/asamblearios/indignados o como os sintáis realmente identificados os digo: no os desmoralicéis, hechos como los ocurridos en Barcelona el 15J tendremos que soportar muchos más, porque ciertos grupos nos manipularán para que esto se desmorone, si bien por envidia debido a que llevan intentando por la fuerza hacerse oír durante mucho tiempo sin éxito alguno y ven que nosotros conseguimos hacernos oír por vías pacíficas o por otro lado aquellos que nos están teniendo verdadero miedo porque ven que los privilegios que tenían hasta ahora pueden ser drásticamente sesgados. Desde aquí os quiero instar a que sigáis adelante, porque no importa cuántas veces nos echen abajo, sino que lo importante es que todas esas veces volvamos a resurgir como el ave fénix con renovadas fuerzas y conscientes de las experiencias vividas que nos permitan no volver a tropezar con la misma piedra.
Una última reflexión: si de verdad tanto ahínco están poniendo en terminar con nosotros, es porque lo estamos haciendo jodidamente bien, sigamos adelante con ello, estamos consiguiendo muchas cosas, pero nos falta aún un largo (y duro) camino. Gracias a todos por hacerme creer que un mundo mejor puede ser posible.

miércoles, 8 de junio de 2011

Corazón: Crónica de una acampada



Abrí los ojos lentamente y observé la luz tenue que se colaba a través de la tela, jugando con las formas que se proyectaban en el interior, asomé la cabeza por la entrada de la tienda de campaña y me quedé asombrado de la aglomeración de mantas y sacos de dormir que había a mi alrededor, mucho más numerosas que el día anterior. El sol comenzaba a salir por el horizonte pero ya se veía actividad entre las tiendas de campaña, a lo lejos los coches pasaban continuamente por la carretera y un hombre no dejaba de relatar frases disparatadas por uno de los megáfonos. Salí al exterior y como todos los días coloqué mensajes positivos para la gente que pasara por nuestro lado y me dispuse a desayunar, sabiendo que por delante me quedaba un día duro de intentar compaginar los estudios y el mantenimiento del campamento. Otro día más de risas, música, conversaciones interesantes y otras tal vez no tanto, pero siempre aprendiendo algo nuevo, compartiendo diferentes puntos de vista que de otra forma no hubiera llegado siquiera a pensarlos. Durante la noche se ve menos gente que la anterior, pero no nos desanimamos por ello, nosotros seguimos tirando para delante hasta que aguanten nuestras fuerzas e incluso un poquito más, porque estamos unidos y sentimos que esta vez podremos conseguir algo y lo deseamos con todo nuestro ser.
Recordé por qué estaba allí: por un sentimiento mutuo de indignación, por las ganas de querer cambiar todo aquello que estaba totalmente errado durante tanto tiempo, por la lucha por un futuro más digno y seguro para todos. Pero ya no era solo eso, con el paso del tiempo un nuevo sentimiento había ido naciendo en el fondo de nuestros corazones, abriéndose paso a través de las complicadas redes de deseos y sobreponiéndose al resto de intereses de cada uno de nosotros. Ese sentimiento era el que nos había permitido resistir tanto tiempo unidos por la misma causa, luchando contra viento y marea llevándonos al límite de nuestras fuerzas. Muchos lo han intentado definir: amistad, unidad, confianza... pero sólo aquel que lo ha sentido de verdad muy hondo en su corazón sabe a lo que me refiero. Es esa fuerza interior que te hace ser capaz de mover montañas, porque no eres sólo tú, eres una multitud, eres una gran voz cabreada que clama por sus derechos, eres un gran poder que es capaz de realizar cualquier acción que poco tiempo atrás era impensable planteártela, eres tú y los que te rodean, un sinfín de corazones latiendo al unísono por una misma causa. Porque sí, podemos conseguirlo y lo vamos a conseguir, cambiaremos el mundo.
Para vosotros, acampados, por todos aquellos momentos que hemos vivido y los que nos quedan por vivir, habéis conseguido haceros un hueco en mi humilde corazón, gracias por haberme enseñado cosas que hacía mucho tiempo que había olvidado. Gracias, de verdad, os quiero.
Mario, el coleccionista de sonrisas.